A ti; que deseas un mundo agradable;
que se lo pides inmenso y libre,
con alas al viento;
cubierto de fina hierba y ríos con remanso,
te doy mi brazo y mi palabra.
Hombro contra hombro
(como todo lo que se ama)
con los pies bien afirmados
y la tierra al frente,
plantaremos ese tallo que crece,
se hace rama, y trae un pájaro.
Y poco a poco,
detrás de cada piedra,
irá amaneciendo una campanilla y una sonrisa.
Y habrá hortalizas para la despensa.
Y leña para el fuego.
Y, hasta ¿quién sabe?
Maderas para hacer un juguete,
la deseada cuna, el soñado catre sin ruidos
ni chinches, los palos para colgar la ropa...
Que hace bandera de paz en el patio...
Por Francisco Lezcano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
No dudes en expresar tu opinión. ¡Construyamos!