ME ACOMPAÑA GENTE ESTUPENDA... DE "ESA GENTE QUE ME GUSTA"...

martes, 22 de septiembre de 2009

ME DOY PERMISO...



Me doy permiso para separarme de personas que me traten con brusquedad, presiones o violencia. No acepto la brusquedad y mucho menos la violencia de nadie.

Las personas bruscas o violentas desde este mismo momento quedan fuera de mi vida.

Soy un ser humano que trata con consideración y respeto a los demás, y por tanto, yo también soy digna de consideración y respeto.

Me doy permiso para no obligarme a ser “el alma de la fiesta”, la que pone el entusiasmo en las situaciones, ni ser la persona que pone el calor humano en el hogar, la que está dispuesta al diálogo para resolver conflictos cuando los demás ni siquiera lo intentan.

No he nacido para entretener y dar energía a los demás a costa de agotarme yo: no he nacido para estimularles con tal de que continúen a mi lado si no es posible.



Mi propia existencia, mi ser; es lo que es. Un ser en proceso de aprendizaje, que se encuentra en el camino fecundo de la vida, creciendo, evolucionando con errores y aciertos. Si quieren continuar a mi lado o contar conmigo deben aprender a valorarme. No he de agotarme haciendo más.

Me doy permiso para no tolerar exigencias desproporcionadas en el trabajo.
No voy a cargar con responsabilidades que corresponden a otros y que tienen tendencia a desentenderse. Si las exigencias de mis superiores son desproporcionadas hablaré con ellos clara y serenamente.

Me doy permiso para no hundirme las espaldas con cargas ajenas.

Me doy permiso para dejar que se desvanezcan los miedos que me infundieron mis padres y las personas que me educaron, aún con la mejor voluntad y haciéndolo lo mejor que sabían. El mundo no es sólo hostilidad, engaño o agresión: hay también mucha belleza y alegría inexplorada. Decido abandonar los miedos conocidos y me arriesgo a explorar las aventuras por conocer. Voy a explorar sin angustia.

Me doy permiso para no agotarme tratando de ser una persona excelente. No soy perfecta, nadie es perfecto, la perfección es oprimente y la mar de exigente y agotadora.


Me permito rechazar las ideas no útiles o válidas que me inculcaron en la infancia intentando que me amoldara a los esquemas ajenos, intentando obligarme a ser un número uno: una persona sin fisuras, rígidamente irreprochable. Es decir: inhumana.

Asumo plenamente mi derecho a rechazar la hostilidad ajena, a no ser tan correcta como quieren; y asumo mi derecho a ponerles límites y barreras a algunas personas sin sentirme culpable. No he nacido para ser la víctima de nadie.

Me doy permiso para no estar esperando alabanzas, manifestaciones de ternura o la valoración de los otros.

Me permito no sufrir angustia esperando una llamada de teléfono, una palabra amable o un gesto de consideración. Me afirmo como una persona no adicta a la angustia. Soy yo quien me valoro, no espero a que vengan esas consideraciones desde el exterior. Y no espero encerrada o recluida ni en un pequeño círculo de personas de las que depender. La vida es una experiencia de abundancia. Empiezo por reconocer mis valores, Y el resto vendrá solo. No espero nada de fuera.

Me doy permiso para no estar al día en muchas cuestiones de la vida: no necesito tanta información, tanto programa, tanta película de cine, tanto periódico, tanto libro, tantas músicas. Decido no intentar absorber el exceso de información.



Me permito no querer saberlo todo.

Me permito no aparentar que estoy al día en todo o en casi todo.

Y me doy permiso para saborear las cosas de la vida, que mi cuerpo y mi mente pueden asimilar con un ritmo tranquilo. Decido profundizar en lo que ya tengo y soy. Con lo que soy es más que suficiente. Y aún sobra.

Me doy permiso para ser moderado a los elogios o alabanzas desmesuradas. Las personas que se exceden en consideración resultan abrumadoras y dan tanto, resulta como mínimo sospechoso. Me permito un vivir con levedad, sin cargas ni demandas excesivas. No entro en su juego.

Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico. No me impongo soportar situaciones y convenciones sociales que agotan, que me disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer. Si intentan presionarme para que haga lo que mi cuerpo y mi mente no quieren hacer, me afirmo tranquila y firmemente diciendo que no.

Es sencillo y liberador acostumbrarse a decir “no”.



Elijo lo que me da salud y vitalidad. Me hago más fuerte y más serena cuando mis decisiones las expreso como forma de decir lo que yo quiero o no quiero, y no como forma de despreciar las elecciones de otros. No me justificaré: si estoy alegre, lo estoy; si estoy menos alegre, lo estoy; si un día señalado del calendario es socialmente obligatorio sentirse feliz, yo estaré como estaré.

Me permito estar tal como me sienta bien conmigo misma y no como me ordenan las costumbres y los que me rodean: lo “normal” y lo “anormal” en mis estados emocionales lo establezco yo.

Me doy permiso para ser y amar... para ser yo misma, simplemente...

Re-envió y colaboración que agradecemos a:
Natalia Oliva

1 comentario:

  1. No me había dado el tiempo para agradecerle por colocarse como seguidora de mi blog, muchas gracias. Siga adelante en lo que hace y si tiene un tiempecito puede darse un vueltazo por mis escritos. Por cierto, está muy interesante eso de "Me doy permiso"

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