ME ACOMPAÑA GENTE ESTUPENDA... DE "ESA GENTE QUE ME GUSTA"...

miércoles, 29 de septiembre de 2010

EL GUSANO Y EL ESCARABAJO.

Había una vez un gusano y un escarabajo que eran amigos, pasaban charlando horas y horas. El escarabajo estaba consciente de que su amigo era muy limitado en movilidad, tenía una visibilidad muy restringida y era muy tranquilo comparado con los de su especie.

El gusano estaba muy consciente de que su amigo venía de otro ambiente, comía cosas que le parecían desagradables y era muy acelerado para su estándar de vida, tenía una imagen grotesca y hablaba con mucha rapidez.

Un día, un compañero del escarabajo le cuestionó la amistad hacia el gusano ¿Cómo era posible que caminara tanto para ir al encuentro del gusano? -A lo que él respondió - que el gusano estaba limitado en sus movimientos.

¿Por qué seguía siendo amigo de un insecto que no le regresaba los saludos efusivos que el escarabajo hacía desde lejos?

Esto era entendido por él, ya que sabía de su limitada visión, muchas veces ni siquiera sabía que alguien lo saludaba y cuando se daba cuenta, no distinguía si se trataba de él para contestar el saludo, sin embargo calló para no discutir.

Fueron muchas las respuestas que se buscaron en el escarabajo para cuestionar la amistad con el gusano, que al final, éste decidió poner a prueba la amistad alejándose un tiempo para esperar que el gusano lo buscara.

Pasó el tiempo y la noticia llegó: el gusano estaba muriendo, pues su organismo lo traicionaba por tanto esfuerzo, cada día emprendía el camino para llegar hasta su amigo y la noche lo obligaba a retornar hasta su lugar de origen.

El escarabajo decidió ir a ver sin preguntar a su compañero qué opinaba. En el camino varios insectos le contaron las dificultades del gusano por saber qué le había pasado a su amigo. Le contaron de cómo se exponía día tras día para ir a dónde él se encontraba, pasando cerca del nido de los pájaros.

De cómo sobrevivió al ataque de las hormigas y así sucesivamente.

Llegó el escarabajo hasta el árbol en que yacía el gusano esperando pasar a mejor vida. Al verlo acercarse, con las últimas fuerzas que le quedaban, le dijo a su amigo ¡cuánto le alegraba que se encontrara bien!. Sonrió por última vez y se despidió de él sabiendo con tranquilidad de que nada malo le había pasado.

El escarabajo avergonzado de sí mismo, por haber confiado su amistad en otros oídos que no eran los suyos, había perdido muchas horas de regocijo que las charlas con su amigo le proporcionaban.

Al final entendió que el gusano, siendo tan diferente, tan limitado y tan distinto de lo que él era, ¡era su amigo!!, a quien respetaba y quería no tanto por la especie a la que pertenecía sino porque le ofreció su amistad.

El escarabajo aprendió varias lecciones ese día: La amistad está en ti y no en los demás, si la cultivas en tu propio ser, encontrarás el gozo del amigo.

Lo que más le impactó fue que el tiempo y la distancia no destruyen una amistad, son las dudas y los temores propios los que más afectan.

Y cuando pierdes un amigo una parte de ti se va con él.

El escarabajo murió después de un tiempo. Nunca se le escuchó quejarse de quien mal le aconsejó, pues fue decisión propia el poner en manos extrañas su amistad.

Si tienes un amigo no pongas en tela de juicio lo que es, pues sembrando dudas cosecharás temores.

Dijo la madre Teresa: "Voy a pasar por la vida una sola vez, cualquier cosa buena que yo pueda hacer o alguna amabilidad que pueda hacer a algún humano, debo hacerlo ahora, porque no pasaré de nuevo por ahí".

Desconozco el autor/a.

Colaboración y envío que agradecemos a:

Juana O. Falcón.

1 comentario:

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