Cuando te sientas flaquear, haz de traer al presente el don que recibiste y habita en tu interior. ¡Tod@s tenemos uno!. Aunque no lo creas, tu espíritu no es cobarde, sino lleno de energía, amor y buen juicio. A veces necesitamos que alguien nos lo recuerde.
Ten fe, la fe es compañera de camino, una tenue luz en medio de la oscuridad de la noche. La fe es una actitud ante la vida, una forma de ser y estar. No es un "remedio mágico" que vaya a resolver los problemas de la vida, pero si una ayuda, un consuelo, un estímulo y una fuerza para no desfallecer pese a las dificultades.
La fe no ha de servir para "envalentonarte" erróneamente, sino que te ayuda a ponerte al servicio de la causa del bien sin esperar nada a cambio y con la satisfacción de que haces lo que debes con alegría, más allá del deber cumplido, del trabajo bien hecho.
No es ajeno a la humanidad sentirnos flaquear en determinados momentos de la existencia, en ocasiones ¡nos cuesta tanto comprender la vida!...
Es parte del aprendizaje, ¡si no, cómo sabríamos apreciar la diferencia!.
Dios no está ausente.
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