Nada tan desconcertante como la muerte que se nos presenta como un misterio, como un tupido velo que nos impide seguir gozando de la presencia física del ser amado.
Nada tan desconcertante y con tanta capacidad de hacer daño, máxime cuando se esgrime como arma del mal o para resolver conflictos.
Hoy recordamos a nuestros difuntos, a todas aquellas personas que HAN SIDO y, y SIGUEN SIENDO..., en Esperanza, en el Corazón de Dios, en la Eternidad.
Francisco de Asís llegó a invocar a la muerte como "hermana" puesto que comprendía que era una realidad inherente a la vida, y a un tiempo, una puerta de acceso al misterio de Dios, a quien él amaba sobremanera.
El mensaje de Jesús, alberga en sí la capacidad de sentirnos consolados, porque en Él la vida eterna se ha convertido en promesa. Dios es VIDA.
La mejor ofrenda HOY... una ORACIÓN.
Del libro: La palabra de cada día.
Camino, verdad y vida.
Editorial San Pablo.
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