EN TORNO A UN SUEÑO HECHO REALIDAD

No cabe duda de que toda persona -por lo general- nace, crece, se reproduce y muere…, pero también sueña (y, en ocasiones, hasta estando despierta). De esta manera, yo debo confesar que, por suerte o por desgracia, apenas sueño cuando duermo, pero sí que suelo soñar con muchísima frecuencia estando despierto. Nunca he sido de esas personas que se despiertan sudorosos en mitad de la noche ostensiblemente agobiados por alguna “pesadilla”, sino que -más bien- mis sueños siempre han girado en torno a elementos agradables que, a veces, pueden convertirse en realidad y, otras, por diversas razones, pues se antojan imposiblemente realizables.

 
Pero, sea como fuere, naturalmente cada cual tiene su propio sueño, un sueño que suele ajustarse a su persona y circunstancias. Hablamos de ese sueño que, de alguna u otra manera, deseamos fervientemente que un día se convierta en una total y absoluta realidad, y es ahí donde yo quisiera hacer hincapié, ya que mientras otros -por supuesto, muy respetablemente- sueñan con ser millonarios, tener lujosas mansiones, fastuosos coches y demás, pues yo siempre he soñado con el simple hecho de que los autores más destacados del panorama literario del momento me envíen a casa sus libros autografiados y poder abrir los paquetes al mismo tiempo que desayuno un croissant francés con una taza de leche caliente.

 
Y es que, por fortuna, desde hace ya algunos años, ese sueño tan anhelado por mí se ha venido cumpliendo progresivamente día a día; sin embargo, todavía, hasta hoy en que me he detenido a pensarlo, no me había percatado de ello. Esta mañana, por primera vez, casualmente he sido consciente de mi relativa felicidad, puesto que casi cada día me llegan a casa múltiples libros autografiados por sus autores: es decir, tal y como yo siempre lo había soñado. Se trata, generalmente, de las últimas publicaciones bibliográficas que mis queridísimos amigos/as (sus autores) amablemente me hacen llegar a casa con su correspondiente dedicatoria holográfica. Posiblemente ustedes nunca puedan llegar a imaginarse lo que yo disfruto cada día con el sencillo acto de abrir el paquete minuciosamente, coger en la mano el nuevo libro, ojear la dedicatoria autógrafa, acudir al índice onomástico (para ver si, por casualidad, me encuentro en él) y, luego, por supuesto, adentrarme sutilmente -cuando dispongo de un poco de tiempo libre- en la apasionante lectura de la obra. Es algo verdaderamente delicioso. Pero no creo que me entiendan.

 
Eso sí, por si acaso, nunca suelo hacer lo mismo que hacía uno de nuestros más famosos escritores, quien tenía la fea costumbre de lanzar a la piscina los libros que no eran de su agrado. Yo, obviamente, hago todo lo contrario, pues una vez he finalizado su lectura (y tras haberlo examinado e, incluso, anotado marginalmente a lápiz), lo acomodo celosamente y con absoluto mimo en aquel lugar de mi biblioteca que -en mi opinión- se presenta como el más adecuado para él (para alguien de su género). Y allí, hasta que tenga que volver a consultarlo, lo dejo reposar cual buen vino.

 
No obstante, quisiera dejar meridianamente claro que -en efecto- los libros que me llegan a diario a casa versan solo y exclusivamente sobre aquellas materias y temáticas que son completamente afines a mis gustos y preferencias literarias (Historia, Musicología, Etnografía, Folklorología, Literatura de muy diversa índole y -obviamente- Derecho), ya que son envíos realizados por “colegas” con los que generalmente comparto metodología de trabajo, campos de estudio…, y -de alguna forma- desean “tenerme al día” de sus últimas publicaciones bibliográficas. Y yo, por supuesto, lo agradezco muchísimo y, si es posible, se los recompenso como buenamente puedo.

 
En fin, como se habrá observado a lo largo de esta reflexión, quizá sea más fácil de lo que parece encontrar la “felicidad” y yo naturalmente en ocasiones he creído encontrarla debido a pequeñeces tan sumamente absurdas y carentes de sentido como la que hoy he tratado de relatar. Como dice el refranero popular español, “los pobres con agüita, hacemos caldo” (es decir, con poca cosa nos contentamos) y, en este caso, así ha sido. Pero prometo que me siento inmensamente feliz, que es en definitiva lo que importa o -al menos- debiera importar.

Por ALEJANDRO C. MORENO Y MARRERO.

 

Dice Eu:

Algunos datos sobre el autor:

Con anterioridad a este "...Sueño hecho realidad"... reflexión acerca de los libros  que hoy comparte Alejandro contigo, conmigo y con toda  "La Gente que me Gusta"...  sirva a modo de presentación para quienes no lo conozcan aún, algunos datos de este joven estudioso e investigador.

Reflejan un extracto de su obra y corresponde a una ficha biográfica suya del año 2.006, o sea, con lo productiva que es su creación nos dejaremos atrás -el suma y sigue- de sus logros hasta la actualidad.  Al margen de lo que aparece a continuación, ¡que no es poco! ... Valoro muy por encima de su curriculum a -LA PERSONA-.  

En mi experiencia, Alejandro ha sido generoso colaborador, servicial y AMIGO.

A saber:

Es autor de un "Estudio Jurídico del Cuchillo Canario" (2005), "Guia de Gran Canaria, la ciudad de la cuchillería" (2006), "El Ajedrezado del Cuchillo Canario" (2006), "Apuntes sobre la vida y peripecias de maestro Agustín Marrero" (2006), "El Cuchillo Canario, tradición e identidad" (2006), "De cuando un hombre cayó desde la torre de la Iglesia de Santa María de Guía" (2006), "El Cuchillo Canario en la ciudad de Gáldar" (2006), "¿De Gáldar, galdense?" (2006), "Los Santaneros de Gran Canaria" (2006) y "La toponimia patronímica en Gáldar" (2006) así como de numerosas colaboraciones y entrevistas publicadas en diversos periódicos locales, regionales y nacionales, tales como La Tribuna de Albacete, La Provincia, Canarias 7, Diario ABC, CanariasAhora, Infonorte, La verdad de Albacete, etc.  Además del Programa "Disertaciones:  Estudios sobre el Folklore, la Historia y Etnografía Canaria" en Radio Gáldar Municipal.

En su faceta literaria, ha realizado diversos poemas como fueron el que dedicó al Drago de Gáldar o los elogios a Maestro Agustín Marrero y a Juan Dávila. Sin embargo, lo que más le divierte y abunda en su obra poética es la sátira burlesca (inédita aún).

De otro lado, también es colaborador habitual de la Revista de Etnografía Canaria "El Pajar" de la Asociación Cultural Pinolere (Premio Canarias 2006).

En el plano musical, es compositor y folklorólogo además de habitual colaborador de la Revista BienMesabe, para la que ha realizado los trabajos "Rafael Hernández, el Jibarito" (2005), "Maria Grever, una famosa desconocida" (2006), "Omara Portuondo, la voz que acaricia" (2006) y "Contribución de Chabuca Granda al folklore musical criollo" (2006).

Asimismo, es Director de www.CuchilloCanario.com, especialista y coleccionista de Cuchillos Canarios (posee una colección de alrededor de unas 70 piezas de los siglos XIX, XX y XXI).

Estudia Derecho en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de Las Palmas de G.C...

... Si te quedas con ganas de averiguar más, puedes obtener información ampliada en Google con sólo teclear su nombre.