“La carencia afectiva influye sobre la calidad de los mecanismos de defensa del niño/a frente a la infección. El sistema inmune (defensas orgánicas) no responde igual en un niño/a con este historial que en uno que vive en condiciones normales”, señala el doctor Antonio Muñoz, durante el Simposium sobre Enfermedades Infecciosas y su Prevención en Edad Pediátrica celebrado en el Hospital Internacional Xanit, de Málaga.
Varias tesis doctorales han demostrado que una patología frecuente asociada a la carencia afectiva es el retraso en el crecimiento, debido a una inhibición del sistema hipófiso-adrenal, que en casos límite puede impedir la producción adecuada de ciertas hormonas, dando como resultado niños/as con una talla inferior a la normal.
Asimismo, se ha observado que la presencia de infecciones es más frecuente, y que la adaptación a los cambios de luz y oscuridad es más lento, ya que la melatonina (hormona que regula este tipo de cambios) está muy por debajo de la que se correspondería con la de un niño/a normal a esa edad.
EL PODER SANADOR
Los trastornos en el comportamiento son otro tipo de patología asociada, producidos por un grado importante de estrés y de ansiedad. Según indica el doctor Muñoz, los niños/as “pueden estar sometidos a un estrés crónico o de tipo psicológico y emocional, que menoscaba su tipo de respuesta inmunitaria”.
Según un reciente trabajo del investigador Edward Bovard, “el ser humano cuando es receptor de una caricia verbal o física, un órganos de su cerebro denominado hipotálamo paraliza la liberación de una hormona específica que está siempre presente en niveles muy elevados, en aquellas personas que son propensas a sufrir infartos o derrames cerebrales”
Además, otros estudios señalan que abrazar, tocar, besar, acariciar o masajear, así como demostrar ternura a la pareja, familiares y amigos, aumenta las defensas orgánicas, libera el estrés, aumenta la confianza en uno mismo y favorece la relajación, al activar la circulación sanguínea, favorecer que el cerebro produzca hormonas y sustancias beneficiosas.
Para el formador en programación neurolingüística y análisis transaccional, Álex Rovira Celma, autor de libros de autoayuda de referencia como “La Brújula Interior”, “la persona precisa del contacto con los otros a través del afecto, la ternura, la caricia, la mirada, la palabra o el gesto, para crecer, desarrollarse y sobrevivir”.
Según el experto, los estímulos positivos o negativos, es decir las “caricias”, que recibimos de los demás son determinantes en nuestra evolución como personas, y los trabajos de numerosos psicólogos han demostrado que la falta de caricias puede provocar en el bebé un retraso en su desarrollo psicológico y una degeneración física que le lleve a la muerte a pesar de tener el alimento y la higiene necesarios para sobrevivir.
Cuando una persona no recibe la cantidad mínima de caricias adecuada, entra en un proceso de enfermedad y muere, y esto puede ser válido a cualquier edad, según el experto, según el cual “nacemos hombres y mujeres, pero devenimos humanos gracias a la caricia, el cuidado, el afecto, la atención, la ternura, la compasión y la gratitud” que damos y recibimos.
Autor: Omar Segura
Efe Reportajes.
Fuente: www.mejorcadadia.com
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